ESA DESQUICIADA FUENTE...
Esa desquiciada fuente que empapa la gravedad, aquellos díscolos niños que corretean directos hacía ningún lugar, Gran Vía, Diagonales, Plaza de la Concordia, barrio de Santa Cruz, que puzzles tan originales. En contra de mi voluntad, me veo en este sainete que compone la triste tómbola que apenas ofrece premios, y la tan huérfana como oscura avenida repletas de atracciones y verbenas sin tránsito. Me quedo tan perplejo, al notar como nos invade el desapego en este baldío lugar. Tal vez, las arenas del tiempo hagan regresar a los Guerreros de Xian tomando sitio en un sugerente Jacuzzi, me siento tan exhausto, al tomar La Mano de Fátima de Falcones, y observando con nostalgia la ilusión que me brillaba a pie de libro, noto con indiferencia la decepción al tiempo que me persiguen las tediosas paginas. Deseo tener ganas de deseos de satisfacción cuando termine de radiografiar la mano de la adición, Siendo frívolo sin contemplaciones o quizás ilógico sin intromisiones, anhelo la vuelta del