EL PRECIPICIO DE INCERTIDUMBRE

Hoy...para fatalidad de esta realidad adulterada,
es el día después que precedía a un antes que se preveía
efímero y desubicado, donde cada regreso mundano
hacen que las campanas se marchiten
y queden mudas de desolación.

Contra todo pronóstico en este tren de catenarias
oxidadas y obsoletas, se jugo una timba con naipes
visiblemente invisibles, se alteraron los minutos
que se disfrazaban en segundos cuando las arenas
del reloj emigraron al país del nunca jamás.

Dudaste en el vagón por el cual ibas a ubicarte,
tenías que apartarte y reubicarte
en tu nuevo habitad sin identidad...
ibas caminando pasillo en mano cuando de repente
te llamo un titulo..."Colorado" de un tal Stephen King..
unos dedos perfilados y posados de forma artística,
unas uñas de un tono magenta sirvieron para aclararte
la dicotomia de cual sería tu asiento parentesco.

Era sencilla su mirada que atenta depositaba en su libro,
tu...sentado ya de frente apreciabas en su chata nariz
un piercing que hacia de ella una Gioconda vanguardista.

Te preguntaste si era casualidad o causalidad toparte
con aquella ninfa de cuyo estilo era a lo Alaska 
en versión discreta..de gestos sutiles
como una erótica pluma nocturna y caprichosa,
bien prietas de entradas en caderas...convirtiéndola
en la dama de vuestro particular ajedrez.

Tenía algo..sin duda que tenía estilo propio,
y tu lo que tenías...eran veintitrés minutos
para disuadir o esclarecer dicho criptograma...
lo intentabas, tratabas de disimular
leyendo tu propio libro...aquel pretérito fumar cojones
en el momento que te exasperabas, te recordabas y te exigías..
una brillante idea, una espontaneidad, un elegante
detalle...pues el viaje iba fumándose su propia nicotina
ya vislumbrabas aquel gélido destino...donde tu mirada
sin su figura quedaría huérfana e iracunda...

-Perdona, ¿me podrías ayudar?.

-Si claro- te aseguro ella algo extrañada.

-De este libro que tengo, debo recitar un poema
a una mirada de cuya luz propia, me gustaría trepar
con unos versos con el fin saborear su incandescencia.

-¿Podrías elegir una pagina entre la trece
 y la sesenta y cinco por favor?.

-Ella con gestos de no salir de su asombro dijo:
Pongamos que la pagina treinta y tres.

-La edad que murió el nazareno o el grado máximo
que posee un masón en una logia..
dijiste recreándote en su acierto,mientras apreciabas
en ella unos cuantos gestos imposibles de describir.

Recitaste para ella, a tu chica del vagón cualquiera..
aquel poema que describía una sobremesa decente
en apariencia, donde unos comensales se reúnen
para provocar diversas e insinuantes situaciones,
donde llegados al punto G...
los ejemplares culinarios quedaron intactos...
como intacta quedo ella al final de su poema
cuando su cálida sonrisa en armonía
con su mirada perspicaz atravesaron
tu débil ensamblaje...en el instante
de un final que saltaba al vacío
del precipicio de incertidumbre.

























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