Breves fragmentos EL VIAJE HACIA LO PROHIBIDO
Fue un viaje alocado e improvisado, hasta el punto que Andrés y Aroha no entendieron en absoluto estar en medio del Pacífico en la llamada Antártida chilena.
Allí, les esperaba el ático de sus deseos donde predominaba el aroma a incienso que venia acompañado de aquellas velas que hacían de ese espacio, un lugar celestial.
Andrés, todo lo mas que había conocido de ella hasta entonces, era su espectro de ropa para afuera. Pero en aquel viaje, en aquel paraje, en aquella Jaima andina, la observo, la admiro... jamás había visto una mujer como Aroha, ella era una linda ninfa que soterraba en su interior, un volcán de cuyo magma, alimentaba sus húmedos deseos.......
Tal vez, aquel encuentro casual hubiese significado algo, en todo caso Andrés se lamentaba por la oportunidad pérdida, se arrepentía por no haberse acercado a ella, al menos para saludarla, cual liturgia cordial tocaba en aquellos instantes. Se cuestionaba a si mismo, que quizás fuese su inseguridad que atracaba en el miedo al sentirse ridículo lo que le impidió dar el paso, y por ello, pasado un año, no deseaba enfrentarse al posible escenario de constatar que aquel excelso romance en el Pacífico chileno, sencillamente se había acabado para siempre.
Era evidente que Andrés tenía previsto un plan y Aroha sabia de sus intenciones. Le conocía lo suficiente, como para intuirle. Al final cabo el hombre, por mucha psicología invertida que utilicen, no dejan de ser previsibles....pensaba ella.
Aunque esta situacion sentía contradicciones, por un lado, se sentía furiosa consiga misma, porque se veía ridícula, pues se sentía vampirizada bajo los efluvios viriles de Andrés.
Allí, les esperaba el ático de sus deseos donde predominaba el aroma a incienso que venia acompañado de aquellas velas que hacían de ese espacio, un lugar celestial.
Andrés, todo lo mas que había conocido de ella hasta entonces, era su espectro de ropa para afuera. Pero en aquel viaje, en aquel paraje, en aquella Jaima andina, la observo, la admiro... jamás había visto una mujer como Aroha, ella era una linda ninfa que soterraba en su interior, un volcán de cuyo magma, alimentaba sus húmedos deseos.......
Tal vez, aquel encuentro casual hubiese significado algo, en todo caso Andrés se lamentaba por la oportunidad pérdida, se arrepentía por no haberse acercado a ella, al menos para saludarla, cual liturgia cordial tocaba en aquellos instantes. Se cuestionaba a si mismo, que quizás fuese su inseguridad que atracaba en el miedo al sentirse ridículo lo que le impidió dar el paso, y por ello, pasado un año, no deseaba enfrentarse al posible escenario de constatar que aquel excelso romance en el Pacífico chileno, sencillamente se había acabado para siempre.
Era evidente que Andrés tenía previsto un plan y Aroha sabia de sus intenciones. Le conocía lo suficiente, como para intuirle. Al final cabo el hombre, por mucha psicología invertida que utilicen, no dejan de ser previsibles....pensaba ella.
Aunque esta situacion sentía contradicciones, por un lado, se sentía furiosa consiga misma, porque se veía ridícula, pues se sentía vampirizada bajo los efluvios viriles de Andrés.
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